En el año de la muerte del rey Ozías, me pasó una cosa difícil de contar, de golpe vi a Yahvé sentado en su trono con todos sus serafines alrededor; no se si sabeis lo que son los serafines pues ya os lo digo yo, son como una especie de animales voladores con 6 alas; yo dije que era un hombre impuro y entonces uno de los serafines se acercó a mi y me quemó los labios con una brasa, me dijo que yo ya no era un hombre impuro.
Yahvé me dijo que tenía que dejar las ciudades sin habitantes y antes de eso me dijo que el pueblo no comprendiera nada, no vieran ni oyeran por si mismos, ya que si comprendian, veian y escuchaban podrían volverse buenos y curarse; eso me pareció un poco raro viniendo de Yahvé ya que yo pensaba que él quería el bien para el pueblo, pero hablé con Jeremías y él me dijo que Yahvé hacía esto por que el pueblo no había confiado en él y había creído y alabado a otros dioses. Es tanta la confianza que Yahvé perdió en su pueblo que no quería que dejara ni una estirpe de ellos.
domingo, 31 de octubre de 2010
Nosotros nacimos..
sábado, 23 de octubre de 2010
Jeremías
Fue increíble esa experiencia, nunca me había sentido así, estaba yo tan tranquilo y de repente Yahvé me dirigió la palabra, me dijo que él ya me conocía desde hace mucho tiempo, desde antes de que yo naciera, eso me pareció extraordinario, él me dijo que todo lo que me dijera de hacer y de decir lo tenía que hacer, entonces él alargó su mano y tocó mi boca, me dijo que él había puesto sus palabras en mi boca, y que me daba el permiso para hacer sobre la gente y sobre los reinos, lo que yo encontrara necesario.
Él me dijo que desde el norte se iniciaría el desastre sobre todas las persona de esta tierra, por haberle dejado de lado a él, a Yahvé, y haber adorado a otros dioses. Me dijo también que les dijera a las personas todo lo que él me mandara, me dijo que la gente me trataría mal, y que me sería duro, pero que no me rindiera, porque él estaría allí conmigo, en todo momento.
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